Es la relación más larga que
he tenido. Su nombre es Dolor.
Estoy segura de que conozco a
Dolor desde el día que nací. Me han dicho que era un día lleno de rayos y
lluvia, que yo lloré y lloré mucho.
Yo creo que desde entonces Dolor decidió vivir conmigo y conforme va pasando el tiempo, me ha hecho su hogar.
Dolor no siempre ha sido
constante y en realidad a Dolor le gusta aparecerse de sorpresa y de distintas
maneras. Cuando era pequeña Dolor aparecía mucho cuando me caía, en las
rodillas raspadas, en mi cara con cortadas, en mis manos lastimadas. En mi
adolescencia Dolor apareció en forma de un primer abuso. En forma de un primer noviazgo. De una amistad. Se manifestó en mis cambios físicos y en mis sentimientos de inadecuación con todo lo
que me rodeaba.
Dolor decidió demostrarme que
no me quería dejar. Me visitó de nuevo cuando falleció un familiar y desde
entonces no ha dejado mi lado. En la muerte Dolor se encuentra muy presente y
en mi vida la muerte es recurrente.
Aprendí lo fácil que es que el
Amor se encuentre con Dolor, lo fácil que es que conecten en el camino. Lo fácil que a través del Dolor, Amor realmente es Violencia.
Dolor conoce a mi familia,
amistades y pareja; pero en vez de rechazarlas, Dolor les abraza. Dolor también
sabe llegar a mi gente querida, también les acompaña; pero Dolor también ha sabido transformar a mi gente querida en puertas de entrada para su visita, por lo que he visto a Dolor con muchas caras y muchos nombres.
Hoy Dolor se regocija porque
sabe que no le puedo olvidar. Sabe que ya está muy adentro de mí. En cada
lágrima, en cada ataque de pánico, en cada escalofrío, Dolor sabe que yo soy su
lugar.
Lo que Dolor no sabe es que ya
me cansé. Lo que Dolor no sabe es que ya no puedo más. Lo que yo no sé es cómo
deshacerme de Dolor.
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