miércoles, 26 de octubre de 2016

Dios y su amor igualitario

Dios y su amor igualitario
Laura Miriam Rivera Guerrero
"No puedo hacer nada sin temor a quebrantar una ley bíblica. Antes de atreverme a inspirar o exhalar, me veo en la necesidad de repasar mentalmente una larga lista de reglas" (Jacobs, 25)
J Jacobs en su libro "La Biblia al pie de la letra", propone que seguir todas las reglas de la Biblia llevaría a una vida dictada por leyes irracionales y a estar en el mundo de lo ridículo. Su texto relata el intento por vivir un año sin romper ninguna de las leyes dictadas por la Biblia, un esfuerzo fallido. ¿Será por qué esas reglas son muy difíciles, o por qué él no tenía la fuerza de voluntad suficiente? No, fue porque esas normas surgieron en diferentes contextos, fueron escritas por diferentes autores, son incongruentes entre sí, varias no coinciden con nuestra ética actual y muchas otras son imprácticas.
Pero lo que sí pudo haber hecho el autor, es tener una vida digna y encaminada hacia Jesús como modelo sin necesidad de seguir todas las leyes. Pero, ¿a qué me refiero con esto y para qué se los digo?
Recientemente se han hecho las marchas por la familia en México. Marchas que plantean que la familia natural se conforma con un hombre y una mujer, y si acaso, sus hijos. Marchas que están lideradas por personas religiosas, principalmente cristianas, que aunque tratan de utilizar argumentos "lógicos" o científicos, no pueden evitar utilizar la excusa de la religión. Entre sus argumentos se encuentra el relato de Adán y Eva  y los tres versículos que hablan de homosexualidad, tres versículos de aproximadamente  31,103 versículos, dependiendo de la versión de la Biblia. Pero a estas personas se les olvida la ley más importante, la más relevante que ilustraré con los siguientes dos versículos.
Corintios 8. Versículo 1-3
“Hablemos de la carne sacrificada a los ídolos. Todos, por supuesto, hemos alcanzado el saber; pero el saber infla al hombre mientras que el amor edifica. El que cree que sabe algo, es que no sabe todavía qué es conocer, pero si uno ama, éste ha sido conocido por Dios.”
Juan 15. Versículo 12
“Este es mi mandamiento, que se amen unos a otros como yo los he amado.”
El mensaje realmente importante en Dios, en Jesús, es el amor al prójimo. El amor es el que construye la Iglesia y el elemento verdaderamente necesario para ser una persona de bien y religiosa. Pero hay personas que aún no lo comprenden, que consideran los mensajes bíblicos más antiguos y punitivos como los mensajes de salvación.

Juan 10 Versículo 7-10:
"En verdad les digo que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido eran ladrones y malhechores, y las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta: el que entre por mí estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará alimento. El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir, mientras que yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud."
El Nuevo Testamento, por el que yo rijo mi vida, es el cambio y la corrección de lo dicho en el Antiguo Testamento. La transformación de un Dios castigador a un Dios padre que ama a todos sus hijos y que desea que todos sus hijos amen a sus hermanos.
En una entrevista que le hice a una mujer que iba en la Marcha Por La Familia, me decía que no estaba en contra de los homosexuales y que no los consideraba menos, pero no creía que debían casarse. ¿Por qué?, porque ellos no son como ella ¿pero qué clase de hermano amoroso desea separar a su hermano de su felicidad sólo porque no lo entiende?, todos somos diferentes y creaciones perfectas. Jesús trataba a todos igual, a las mujeres y a los niños, que en su época eran considerados  personas de segunda clase, a los enfermos y a los de otra religión. Para Él, nadie era menos, ni merecía menos. Todos podían sentarse a la misma mesa, a comer lo mismo. Hacer al otro menos no tiene relación con la fe, tiene relación con el pensamiento retrógrado y el poder.
Corintios 13. Versículo 4-9:
"El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo. El amor nunca pasará. Las profecías perderán su razón de ser, callarán las lenguas y ya no servirá el saber más elevado. Porque este saber queda muy imperfecto, y nuestras profecías también son algo muy limitado."
Esos versículos tal vez no sean muy claros, pero intentando hacer una interpretación adecuada, así como es el amor, así debería ser la persona cristiana o católica. Un ser humano que no envidia al otro, que no presume de lo que tiene, que no es egoísta y que no es partidario de las injusticias.
El cristiano verdadero es el que no escucha lo que se dice entre el odio y la mentira, el que no requiere de un sacerdote diciéndole lo que está bien y lo que está mal, el cristiano es el que sabe que Jesús caminó en la tierra para mostrarnos la senda hacia la luz, el cristiano sabe que Jesús se sacrificó por sus ideales, sabe que Jesús murió porque consideraba a todos como iguales y se rehusó a tratar a alguien diferente, porque amaba a todos y como él, todos deberíamos considerar al otro como un igual, y estar preparados para defender esa idea.
Entonces, ¿por qué les digo que podemos tener una vida encaminada hacia Jesús? Y que esa vida no está llena de leyes absurdas.
Porque ese camino no es lo que se ha llegado a pensar, no es un camino de intolerancias ni uno donde es correcto odiar al prójimo o de quitar la oportunidad de vivir como quiera. El verdadero camino es el que señala el amor, a pesar de las diferencias, es el que afirma que no tienes que ser como el otro para considerarlo igual.
Y, ¿para qué se los digo?
Para que la próxima vez que escuchen a un “católico” o a un “cristiano” proclamar que el otro no merece lo mismo que ellos por su orientación sexual, sepan que no están hablando con la verdad de Jesús, y si lo desean, pueden cuestionarlos y mostrarles el camino que Dios pretendió señalar con el ejemplo, el del amor y la aceptación. Aunque deben saber antes de emprender esa tarea, que no será sencillo.
Bibliografía:
A.    J. Jacobs. La Biblia al pie de la letra. Primera ed. Barcelona: Bailén. 2008.

Biblia de Jerusalén. Escuela Bíblica y arqueológica de Jerusalén. 2014.

Finalmente, los invitó a ver un video que realizaron una comunidad de jóvenes de la iglesia San José del Altillo respecto a este tema:
https://www.youtube.com/watch?v=vr5mVQJTxjs

martes, 16 de febrero de 2016

Todos hablamos de violencia


Hoy pasó algo que me hizo enojar mucho, me hizo sentir triste, decepcionada y frustrada. Tal vez no sea objetiva escribiendo esto y tenga errores de redacción, pero les pido que entiendan que es debido a la situación que acaba de pasar.
Aproximadamente sucedió entre 10:50-11:05, aunque para mí se sintieron como horas.
Estaba bajando las escaleras, saliendo de mi clase y a punto de ir a la otra. En las escaleras vi a una pareja.
El hombre la tenía pegada a la pared, con los brazos contra la pared, evitando que ella se moviera, tenía su cara muy cerca de la de ella, hablándole muy feo, fuerte y su posición física parecía indicarme que quería golpearla. Dudé, no sabía si acercarme, pero ella se veía muy asustada y no podía dejarla sola. Me acerqué cuidadosamente y le hable directamente a la chava.
—Hola, disculpa, ¿estás bien?, ¿necesitas ayuda?
Sin esperarse un segundo, el idiota (así me referiré a él) dijo "estamos bien, estamos discutiendo problemas de nuestra relación, es personal." A lo que le dije "disculpa, ella no parece cómoda y quiero que ella me contesté" y me volví a dirigir a ella, "¿estás bien? " Y ella me respondió:
 — No, no estoy bien, muchas gracias por acercarte, de verdad, no me quiere dejar ir.
 Él dijo me dijo que los dejará, que estaban arreglando un asunto y que no me metiera. Lo ignoré y le dije a ella que si quería venir conmigo, ella me dijo que no había manera que el idiota la dejará ir, pero repetí la pregunta.
— Tal vez no te deje, pero ¿quieres?— No me la quería llevar contra su voluntad.
Inmediatamente me dijo que sí y trató de agarrar mi mano, énfasis en el "trató".
Yo de verdad esperaba que el idiota la dejará ir, que le diera miedo hacer un escándalo, pero no pude haber estado más equivocada. La agarró fuertemente de los hombros y le dijo que no se iba a ir. Me volteó a ver, horrible.
— Vete, es un asunto de pareja.
Le dije que la dejará ir conmigo e intenté llevármela otras dos veces, jamás funcionó. Cada intento el idiota se ponía más agresivo, con ella y conmigo.
Ella me seguía agradeciendo, me decía que si quería la ayuda y que estaba muy frustrada que ninguno de los hombres que pasaban se acercarán a ayudarla. Yo pensé que se debía a que igual para ellos era una discusión normal entre pareja.
Cuando el idiota se empezó a poner más agresivo, supe que necesitaba pedir ayuda.
No había nadie de seguridad a la vista, pero pasaban muchas (de verdad muchas) personas por las escaleras. Logré parar a un grupo 6 de chavos, pero el resultado fue increíblemente decepcionante. Cuatro nada mas se nos quedaron viendo, en lo que dos de sus compañeros se acercaban. Uno se dirigió al idiota, y le dijo "¿todo está bien?" A lo que él respondió "si, todo está bien, estamos teniendo problemas en nuestra relación" y esa respuesta le bastó, ni siquiera volteó ver a la chava y se fue. El segundo le dijo a la chava que si necesitaba ayuda. El idiota la volteó a ver, asustándola, ella no contestó. Me dijo entonces el segundo, "no puedo ayudarla si no dice nada". Y se fue.
No mentiré, ahí me quebré, procuraba no llorar pero las lágrimas empezaron a salir, me sentía enojada con los que no ayudaban e impotente por no poder ayudarla sola.
Para ese momento, sólo estaba procurando que ella no saliera lastimada, puse mi brazo entre él y ella, mientras ella le decía al idiota que le diera su celular y la dejará ir.
Pasaron segundos, largos.
En eso, vi a mi maestra (de la clase que acababa de salir). Y grité su nombre, con un "por favor, ayuda".
Claro que cuando el idiota vio que era una maestra, se alejó inmediatamente.
La maestra preguntó al pendejo (subió de categoría).
—¿Qué está pasando aquí?
 Él dijo que nada, que estaban teniendo problemas de relación y solo quería 5 minutos para hablar con su novia.
La maestra volteó a ver a la chava y le preguntó que si ella quería hablar. Inmediatamente ella dijo que no, que sólo quería su celular e irse. La maestra, le dijo al pendejo, "no quiere escucharte, entonces aunque lo intentes no te hará caso, porque mejor no le hablas cuando estés más tranquilo". Y él repitió que sólo quería 5 minutos y que era algo personal. Y la maestra dijo "sí y a mí no me importa de qué se estén peleando pero ella no quiere hablar, también, por qué mejor no le devuelves el celular". El pendejo dijo "aa si si, claro, ya se lo iba a devolver, es que me lo dio" y la chava dijo "no te lo di, me lo arrebataste".
El pendejo trataba de justificarse, "no la agredí físicamente" a lo que ella dijo.
 — Claro que sí, me jalaste y empujaste hace rato para hablar conmigo.
La maestra le dijo al chavo finalmente, "bueno, pues ya si estás más tranquilo después y ella quiere hablar, hablaran, pero ahorita no quiere entonces ya, sepárense y váyanse."
Y así acabó, o bueno, no realmente.
La chava me agradeció nuevamente, diciéndome que si no hubiera sido porque me paré no sabe qué habría pasado y que estaba muy enojada de que nadie más se paró a ayudarla. El pendejo se fue, viéndonos horrible, obviamente. Sé que jamás olvidaré su cara y sinceramente, me da mucho miedo encontrármelo. Y me siento impotente, de no haber hecho más por ella, de que no se me hubiera ocurrido en el momento pedirle su nombre o teléfono y denunciar lo sucedido, o de haberla acompañado a su salón. Me siento agotada emocionalmente y jamás pensé que presenciaría algo así, mucho menos en la Ibero, pero sobretodo, no puedo creer que nadie haya ayudado.
Fueron sólo 15 minutos, pero en esos 15 minutos quién sabe que le pudo haber pasado a la chava, y a otras muchas personas en el mundo que están viviendo violencia en sus relaciones.
Ella quería ayuda, pero no sabía pedirla, tenía miedo. Algunas personas no se quedan en relaciones así porque quieren, sino porque no ven de otra, porque le tienen miedo a la otra persona. Muchos piensan que no importa, que basta con terminar la relación, pero a veces no basta. Existen las personas que necesitan ayuda, como ella y yo hoy. No basta con ser "fuerte" porque yo traté de serlo hoy, y apenas conseguí algo.
Es algo que presencié hoy, pero que pasa todos los días y finalmente me di cuenta, que no es un problema lejano a mi, ni a nadie.
Todos hablamos de violencia, es un tema recurrente y todos pretendemos enfrente de nuestros pares que si nos tocará ver una situación así, ayudaríamos. Es muy fácil hablar pero lo verdaderamente difícil es actuar.
Les pido, no se callen por favor y no tengan miedo a ayudar.

viernes, 12 de febrero de 2016

Gracias al tiempo

Abrazas a esa persona por una última vez sólo porque quieres saber. En ese abrazo te das cuenta, de que ya no sientes nada, y es una tristeza que alivia.
Es triste porque alguna vez lo sentiste todo con sus brazos rodeándote, porque te despegaba de la tierra y te hacía olvidar todas tus preocupaciones, porque el amor calentaba el cuerpo frío y alimentaba el corazón, y sientes las lágrimas acumulándose, de que no hay nada, por lo menos no con esa alma, pero, es un alivio. Aliviada o aliviado de ya no tener que lidiar con el peso del amor, porque podrás dejar ir esa ilusión o exageración que llenaba tu mente cada noche, porque al respirar ya no dolerá saber su nombre ni haber compartido un tiempo, al final, ya no es su mente la que te mantiene alerta, pero te volverás a encontrar con ese tipo de abrazos, lo sabes y eso te alivia.